miércoles, febrero 18, 2009

El Umbral


Si alguna costumbre rusa observo sin ser ruso, es la de no saludar a nadie a través del umbral. Creo que es de un simbolismo y humanidad apabullante, aparte de evitar tropiezos y ajetreos en lugares estrechos. O bien el que recibe sale al exterior a abrazar al que llega, o este entra totalmente y cruza el umbral porque se sabe absolutamente bienvenido, no necesita permiso, y no quiere que el marco de la puerta obstaculice el abrazo, o el estrechón de manos si la cosa no es tan efusiva.


Nuestros dirigentes y nosotros como conejos deslumbrados por los faros en la carretera nocturna estamos congelados en el umbral. Ni salimos ni dejamos entrar. Lo viejo ya no nos vale. La jerga adoptada por periodistas y politicuchos durante tantos años suena ya hasta obscena, aunque la enmascaren con la estadística. Pero nadie da el salto. Nadie abandona los viejos porcentajes, beneficios, caídas de índices y creaciones de riquezas. Eso de crear, ay! ay!, quienes más usan ese término es quienes quieren meter al creador hasta en la sopa, sin respetar lo fundamental con respecto al todopoderoso, su nombre no se mienta en vano si es que se mienta alguna vez.


Se sabe donde estábamos, pero no hacia donde vamos, ahora más que nunca. Salud e inspiración para los nuevos tiempos, que ya están aquí, así que a cruzar el umbral, la vida nos dará la bienvenida -como siempre- a pesar de las dificultades