martes, junio 23, 2009

Candor o su Ausencia


Lo define el diccionario como sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza de ánimo, o suma blacura como la página de un libro aun por escribir. El alma sin medias suelas que cantaría Serrat. Pero ¡que corta vida tiene!, deja uno de ser niño y todo lo que nos rodea pretende ser candoroso rezumando cálculo de principio a fin.


He tenido que echar mano al baúl para rescatar retratos robados, momentos en los que el sujeto no se espera -o tal vez aun mejor, no le importa- el ser fotografiado. De las primeras, un taxista en algún sitio de Alaska, cuando quien mandaba era el Kodachrome.


La otra una niña jugando a mujer, que lo será y madura ya que la foto tiene sus años, mejor luz y calidad, por ese entonces el candor quedaba lejos, la experiencia acrecentándose con la carga que eso representa.


Y la última, los gloriosos ochenta, una referencia al mito de la portería de hockey sobre hielo V. Tretyak es lo que hizo desternillarse de la risa a los currantes de cubierta, que con un ingenio parecido empujan el pescado hacia la compuerta y sueltan un buen taco para que el trabajo sea más ligero y llevadero. En esta última el ingenio es el candoroso, bueno, y los muchachos también.

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