En la Calzada de los Muertos de Teotihuacán los vendedores de recuerdos turísticos están muy pero que muy vivos, un verdadero ejército, aunque como se puede ver las técnicas de venta son de lo más variopintas.
Un ambiente distinto se respira en la Misión de Cusárare, en la sierra de Chichuahua. Dentro de una iglesia de lo más original el encargado da una demostración del Chapareque, cordófono en el que se utiliza la boca como caja de resonancia.
En el Divisadero de la Barranca del Cobre, venta de violines que recuerdan la guitarra de Bo Didley, totalmente rectangular. El aspecto del vendedor recuerda de alguna manera la fisonomía del hijo más famoso de esa sierra, mi General Pancho Villa.
Y por último el omnipresente organillo en el barrio de Coyoacán en la ciudad de México, donde se conserva esta costumbre.
lunes, diciembre 13, 2010
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