Los parroquianos del bar las Cabras no fueron a colegios de pago, bueno por no ir no fueron ni a los que se supone son gratis, como me dice Bartolo, el iba a la escuela los domingos pero estaba cerrada.
Aquí no hay ni wifi ni lattes, ni se toma el café para relajarse, todo lo contrario, hay que espabilarse que la vida es dura y papi en su momento no tuvo teléfono para darnos carrera, la vida nos la ha dado.
Aunque la vida no nos jubila tan generosamente como a los legionarios de Cristo que estudiaban -idiomas no era la especialidad- y delataban mientras sus compañeros corrían frente a los grises y luego gracias a los teléfonos de papi llegaron tan lejos, tanto tanto que hasta destruyeron países enteros como Júpiter tonante.
Eso si, el sol sale cada mañana por la mar, y veo a mi colega el Garroba, renqueando con su pierna maltrecha aunque no lo suficiente para que lo jubilen, rondar por las playas como hombre libre, con suerte tal vez y hasta encuentre una turquesa. A joderse legionarios, viviréis encerrados en vuestras burbujas para siempre.
Vuelvo a anotar el maravilloso poema de Ernesto Cardenal, Salmo 1, creo que viene muy a propósito:
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta en la mesa con los gangsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans
Será como un árbol plantado junto a una fuente.
Ernesto Cardenal.
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