jueves, junio 08, 2006

El Transplante



No amamos nuestra tierra por grande y poderosa, por débil y pequeña, por sus nieves y noches blancas o su diluvio solar. La amamos simplemente porque es la nuestra.

L.Cardoza y Aragón.


La plácida monotonía trastocada en la niñez grabó con más intensidad el antes y el después. Guatemala tal como la vi de niño, con el detalle del carretero. Con alguno me di algún colazo en ruta a la oficina de Aviateca, creo que en la novena calle de la zona uno, aunque la calle puede no ser la correcta.

Atrás quedaba la escuela española de la que me salvé, y en la que los chavales entonaban el Cara al Sol todas las mañanas, los veía y oía desde casa. No tuve necesidad de cantarlo, nunca, al contrario que muchos izquierdistas-izquierdosos que luego con el paso del tiempo y la caída de la dictadura llegaron a puestos de responsabilidad, con discurso de izquierdas y reflejos de escuela franquista. Gracias Guatemala, no eres grande entre las naciones, pero como ya he dicho en otra parte, fuiste refugio para los perseguidos, y eres belleza, a más no poder. Tan solo duele el que de pobre digna y hermosa, tanta desgracia se abatiese sobre ti y ahora, pobre y desgraciada purgas la violencia, siembra pertinaz que asola lo que toca por muchos años.

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