jueves, septiembre 11, 2008

Balbucir Babilón Babel



Siete años desde el inicio de una guerra contra un enemigo inasible, indefinido e insustanciado. Siete años ya de una guerra en la que para ganarla el líder supremo no pide sacrificios ni austeridad ni esfuerzos, sino todo lo contrario, váyanse de compras.

Todos gritan, nadie escucha, y para vengar la injuria al falo gemelo, los cruzados modernos se trasladan a la Babel de hace milenios para orinar sus paredes, con gafas de visión nocturna.

Se desdibuja todo y muy rápido, al séptimo año no se habla ya de solidaridades inquebrantables ni de nacimientos turbulentos de milenios, nuevas eras y nuevos imperios. Se habla de retrasos en obras, presupuestos que se salen de quicio y erecciones que no terminan de concretarse, la voluntad no se unifica, ya que quien se ocupa es el mercado, de ahí que el proyecto de reerección no termina de despegar, hasta que no esté claro quien se beneficia o si no hay beneficios, nacionalización en la babel del mercado libre.



Siete años y valga como síntoma de hastío y olvido que el periódico principal de esa ciudad el New York Times ni siquiera incluya un titular sobre el evento el día del séptimo aniversario, y no voy de cabalístico, simplemente siete, un número más.

Siete años después del evento que se supone cambió todo para siempre, echo un vistazo atrás y la verdad veo pocos cambios. Todo sigue por su mismo carril, el sol sale por el mismo sitio y sigue imperando la ley de la jungla en todo tipo de relaciones, por más que nos empeñemos en autodenominarnos 'sapiens'.

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