lunes, abril 09, 2007

Hábitos y Monjes


Y aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Nunca fue la ropa una de mis preocupaciones, tal vez por haberme criado en climas benignos, y en ambientes en los que lo que importa es la sustancia y no la imagen. Mal preparado para la vida moderna evidentemente, hoy lo de la imagen es más importante que la sustancia misma, ¡quién me lo iba a decir entonces!

Con el tiempo y por la influencia de mujeres, he apreciado que sí, el vestir puede ser un arte, pero un arte al que sigo considerando menor, si por mi fuese bien podríamos ir millones vestidos de la misma manera -siempre que sea cómoda- al estilo chaqueta Mao en china, o el chaquetón acolchado en la antigua Unión Soviética, presente en las grandes batallas, en los campos de concentración y en todos los sitios de trabajo. Fufaika, telogreika, vatnik o klift en jerga carcelaria, фуфайка, телогрейка, ватник, клифт, de todos esos modos -y seguramente alguno más- se le denomina a la otrora omnipresente prenda.

Creo que dispone de cualidades suficientes para un día de estos sorprendernos y volver de forma arrolladora, previo paso por el taller de algún gran nombre de la moda que le de un pequeño toque de refinamiento. En principio es una prenda de fibra natural muy cómoda de llevar, aunque la verdad, para los feroces climas del norte creo que ofrece protección insuficiente y no me hubiera gustado llevarla en calidad de recluso a lo Ivan Denisovich.

Lo que nadie puede discutir, es que se lleva sin prisas, el reloj digital no hace juego con la Fufaika, y seguramente los monjes se están fumando un cigarrillo papirosa BelomorKamel sin necesidad de apresurarse. Alguna compensación tiene que haber.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El hábito no hace al monje.