lunes, abril 23, 2007
La Hora Azul
Le llamаn hora, pero dura unos minutos. Es el ocaso, antes de que el cielo registre como negro en la foto. En Salamanca han iluminado los monumentos -que son muchos- con un sistema muy bueno, es una luz viva que no es ni demasiado cálida ni demasiado fría.
Todavía no ha pasado la maravillosa impresión que me ha dejado esa ciudad. Me ha hecho pensar en la piedra, en la filigrana del trabajo y en cómo cobra una presencia impropia del símbolo de la dureza y lo inerte.
He tratado de imaginarme su trayectoria, de la cantera a las manos artesanas y de ahí a un conjunto con vida propia, el cual trasciende a sus propios creadores. Es como si el mundo a su alrededor se hubiese petrificado y la piedra viviese sin prestarnos ninguna atención.
Sólo le falta pronunciar palabras, para relatar las pompas, pasiones, intrigas y toda la colección de sentimientos excelsos y bajos de los que somos capaces los humanos, aunque para el que quiera escuchar con los ojos, están a la vista.
Y para completar el cuadro, el cambio de nombre a la calle del archivo. Por lo demás innecesario -creo humildemente- ya que los expoliados somos los ciudadanos y no sólo la ciudad. Las pugnas entre políticos son eso, pugnas entre orgullos e intereses contrapuestos y muy pocas veces en representación del ciudadano. Lo ideal es que el archivo entero estuviese disponible para todos, en línea, ya que las tecnologías lo permiten. Pero eso no creo que suceda pronto, si es que llega a suceder.