sábado, abril 22, 2006

Bajarse de la Burra



Te bajaste de la burra, te subiste al carro...
Un dos tres cuatro, mira mi retrato.
Cuatro cinco, te la hinco...
Con ahínco.


Si tan difícil resulta imaginarse a uno como uno mismo, por que es tan fácil imaginar a los demás con orejas largas?

Mis boñigas eran bendición por donde pasase. Ahora las ruedas, o contaminan en vertederos o las queman en carreteras para guerras asimétricas -vaya neopalabreja, con lo hermoso que suena rebelión, sublevación-.

Y sin ser soñador, Sancho cabalgaba conmigo, camino de su ínsula -o finca como prefieras- mientras el burro de Rocinante se estrellaba con molinos.

Cuando te cansabas de darme palos, me llevabas al matadero. Ahora los mataderos sudan metal y ponzoña en vez de sangre para morcillas, o moronga, sin ponerse a....

Siempre queda el consuelo de la mula, aunque, quién es el más burro de todos?

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