jueves, abril 06, 2006

La inmortalidad y una gripe


El poeta en su glorieta
las palomas con cagueta
rompe el cielo chaparrón
un dos tres lágrimas son
lágrimas son..


Hoy prestaré una frase de Javier Krahe, poeta más que cantante de culto, una especie de Brassens español con una fama muy arraigada entre un estrecho círculo de seguidores, pero que nunca llegó al firmamento de las estrellas, tal vez porque sea una anti estrella o tal vez porque se metió con quien no debía. Si, en tiempos de democracia también ha habido censura, aunque no la de las pistolas. Les recomiendo la famosa 'Por Manitú o Cuervo Ingenuo' en la que arremete contra nuestro penúltimo Felipe.
Pues bien, dice Krahe que la inmortalidad con una gripe no le resulta tan apetecible. Y en este par de días que he estado tumbado he comprendido muy bien lo que quería decir.
Y hablando de bardos y poetas, hay otro que dice que los que mueren trágicamente son los verdaderos poetas, y si en un período corto y exacto, de manera absoluta. Esto ha hecho que me acuerde de los nuestros, de la cara siempre seria de La Pichu, aunque lista para una sonrisa irónica, de la más jovial de Fofo, de la adustez y seriedad de la de Julito, con sus gafas masivas que le daban aspecto de hiper concentración, y la del escéptico Gomita, vecino trasero de pupitre permanentemente parapetado en su maletín abierto. Alguno falta, pero la historia de la duodécima en lo que a mí concierne está llena de lagunas, lo que sí les puedo asegurar es que a los supervivientes se nos pasó lo de ser poetas, nuestro período se ha alargado demasiado.

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