El año pasado me llamó la atención el comedor de Orlov. Este año el garaje. No es el de Moscú, eso está claro. Sin arcos detecta metales ni cachas rubios con trajes caros y auriculares semi camuflados. No. Aquí un par de tíos -muzhiki les llaman en ruso- no sé si muy sobrios aunque también puede que haya sido el efecto de los humos ambientales.
Uno de ellos se entretuvo en mostrarnos un vehículo llamado Volyn, un todo terreno semi portátil diseñado para ser lanzado en paracaídas junto con tropas de élite para que estas dispusieran de vehículo al caer a tierra.
Por último, una imagen de un Kamaz y un Mercedes, en un cruce de carreteras cerca de Kotelnich. Está claro que la técnica alemana se ha impuesto, pero las máquinas son solo parte de la ecuación como demostró la segunda guerra mundial. Máquinas sin gente que las conduzca son solo chatarra.
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