martes, agosto 28, 2012

La Mano de Dios

Qué cosa más grande el discutir de fútbol con un cura. Y eso que yo no soy ningún forofo, el fútbol en mi país está tan politizado que si quiero ser consecuente con no pertenecer a ningún partido político no puedo ser forofo de ningún equipo, el serlo sería aceptar la pertenencia a un lado, porque siempre son dos los lados que cuentan, como una moneda, eso no impide que tenga mis preferencias y estas no pueden inclinarse por equipos que anuncian casas de apuestas ni emiratos.


Arkady, en realidad se me figura que solo empezamos a hablar un poco, que todo se nos quedó pendiente y eso que tuvimos tiempo para recitar versos de Machado en castellano y mal traducirlos al ruso, aunque lo fundamental es fácil traducir: el que anduvo en la mar o el de la sangre en las manos, he ahí la disyuntiva. También creo que tuvimos tiempo para comparar el 'Padre Nuestro' en ambos idiomas, en cuestiones serias no hay fronteras definidas, todo es posible, pero en fútbol absolutamente no, o eres de uno o eres de otro.


Así que aparte de quedar pendiente ver el partido del siglo, tal cual reza la placa en el estadio Azteca de la ciudad de México, para deleite de nosotros los sureños ahora que los Alemanes no están de moda y deleitarnos con esa trabajada victoria Italiana, en lo que no pudimos ponernos de acuerdo es en quién es el mejor de todos los tiempos.


Tu preferencia va por el clásico, por el brasileño Pelé, mientras la mía sin duda alguna es la de Maradona, vengador en guerra incruenta de la afrenta sufrida por los hispanohablantes en guerra muy cruenta de colonialistas. El héroe perfecto, ya que la imperfección lo humaniza y hace de él un jugador en el sentido más profundo, dispuesto a usar la triquiñuela si necesario, pero justificándola luego con la genialidad a borbotones. Algo así como el hijo de Dios, que aun siéndolo aceptó el ser sacrificado, mucho en común veo entre eso y el héroe humano, con defectos, imperfecto en su perfección.


Decía Rubin un personaje de la Sharashka del Solzhenitsyn, que todos los idiomas derivan de la palabra mano, glorificando así el trabajo. Pero también en la creación de Adán de Miguel Angel son las manos al rozarse la que trasvasan divinidad a humanidad. Manos que trabajan, manos que acarician, manos que arrullan la vida. Perdona nuestros pecados, somos imperfectos, pero nuestras manos nos pueden salvar.





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